El Raso es una población en la que, a
principios de este siglo, un conjunto de
pastores que procedían de la actual
Mancomunidad de Los Galayos se unen
para solucionar problemas
relacionados con la educación de sus
hijos; se organiza, pues, el pueblo en
torno a la escuela y, más tarde, las
necesidades religiosas les obligan a
construir, en 1943, la iglesia.
Como todo grupo humano necesita la
diversión colectiva, les resulta preciso
organizar algunas fiestas, a la hora de
escoger un patrón hay diferentes
propuestas y, al final, optan por
Santiago; para patrona no tienen dudas
ya que todos se sienten muy devotos
de la Virgen que siempre han tenido a
su lado, la de Chilla, a cuya ermita
acuden por veredas y trochas ya que
hasta hace pocos años no había
carretera.
Muchos conocen hoy El Raso por el
yacimiento arqueológico vettón, el
más importante de la falda meridional
de Gredos; otros lo conocen por lo
temprano que maduran sus cerezas o
por la calidad de sus quesos de cabra y,
también, por los parajes naturales del
puente de los Riveros.
En los últimos años ha florecido el
turismo atraído por una oferta de
restauración y alojamiento rural
muy bien establecido, y cuidado. Por
su entorno medioambiental y
paisajístico, por sus baños en charcas
de aguas puras, por sus excelentes
productos alimenticios, o el clima, al
igual que en toda la comarca de
Candeleda, del Valle del Tiétar sur de
Gredos.
El Castro Celta de El Raso
"Uno de los yacimientos célticos más
importantes de toda la Península
Ibérica. Data de la II Edad de Hierro de
la Meseta de Castilla, entre los siglos II -
III a C. Calificado como Bien de
Interés Cultural" (del folleto de
información municipal).
Una necrópolis situada en un nivel
inferior nos indica que los primeros
siglos estuvieron asentados en zonas
más cómodas para la vida y el
pastoreo. Las razzias de Anibal para
coger prisioneros y formar ejércitos
para enfrentarse a Roma, allá por el
año 220 a. C., acaso les obligó a subirse
a lugares más apropiados para su
defensa pues la expedición de este
cartaginés llegó hasta Salamanca y se
cree que bajó por el puerto del Pico.
Sea cual fuere la razón, las catas
efectuadas en diversos lugares del
castro indican que todo se levantó en el
mismo periodo.
Una muralla que llega a alcanzar los 4
metros de grosor, realizada en
mampostería en seco, cercaba el
poblado. Alcanza los 1.800 metros de
longitud lo que da al poblado un
área de unos 150.000 metros
cuadrados. Hay restos de varias torres
cuadradas y de varios fortines en la
parte superior, que, aunque aparece
como más indefensa por la elevación
del terreno en la colina posterior,
contaba con varios fosos defensivos.
Por la parte que el castro limita con la
garganta de Alardos se supone que,
por lo escarpado del terreno, no existió
el amurallamiento. No hay señales de
incendios y por la forma de la caída de
las murallas indica que fueron vencidos
y obligados a trasladarse al valle pues
no se pidieron llevar las grandes vasijas
en las que guardaban las semillas.
Junto a las creencias mencionadas al
hablar de los vettones hay que señalar,
además, que por la presencia de una
estatuilla de una cabra en una
tumba se piensa que los habitantes
de esta celebraban cultos a la diosa
Ataecina, una divinidad celta a la que
se relaciona con estos animales;
protegía más allá de la muerte,
aseguraba la resurrección; al mismo
tiempo era protectora de las mujeres y
de la fertilidad.
Se han encontrado algunas monedas
romanas que van desde el año 134 a.
C. al 47 a. C. que hablan del periodo
mínimo en que estuvo habitado en
contacto con los romanos.
No se ha encontrado la necrópolis
correspondiente al periodo en que
estuvo habitado el castro, sino que la
hallada pertenece a un periodo en que
habitaron en el llano; alcanza hasta el
siglo III a. C. Por las tumbas se conoce
que incineraban los cadáveres y las
cenizas las guardaban en urnas junto a
las que depositaban vasos
pertenecientes a la actividad cotidiana,
fíbulas, brazaletes, pinzas... con lo que
se muestra su creencia en la vida
posterior. Junto a los guerreros se
depositaban sus armas inutilizadas,
espadas, escudos, soliferros, falcatas...
Como los vetones no conocen la
escritura ni la moneda, las inscripciones
de las aras votivas están escritas en latín
pero los nombres corresponden a
personas de procedencia vettona.
Respecto al posible nombre con que se
conociese a este poblado en la
antigüedad Fernando Fernández
apuesta por situar en El Raso la Ebora
clásica que otros autores sitúan en la
actual Talavera, porque por el entorno
de la población toledana no se puede
hablar de defensas naturales; también
apunta que en una de las aras el que la
manda hacer tiene un nombre que
apunta esta posibilidad, Eburenius. Es
muy posible también que en los
alrededores se asentase el llamado por
los romanos Monte de Venus, en el que
acampa Viriato en sus luchas contra
los romanos; una razón muy similar es
la que sirve para localizarlo en la zona;
por la diferencia de altura y rocas
escarpadas entre el monte de S.
Vicente - donde la mayor parte de los
historiadores sitúan el monte de Venus
- y los que rodean al Raso, el entorno
candeledano se presta más a un
aprovechamiento para la defensa que
el que rodea Talavera.
Las excavaciones que en el castro ha
efectuado, a lo largo de una serie de
veranos, el profesor Fernando
Fernández Gómez nos sirven para
conocer bastantes aspectos de la vida
de los vettones en el valle del Tiétar y
de su forma de entender la vida.